Recuerdos, recuerdos, recuerdos. Me encontré con esta pequeñísima historia que una vez escribí en clase. Sip, se nota que pongo mucha atención... Bueno, ¿Que es mas importante? ¿Encontrar la maldita X o desahogarse mediante la escritura? No tienen que preguntarme dos veces. :')
Al verlo mi corazón comienza a latir con más fuerza, ¿Qué significa
eso? Tal vez sea porque sus ojos me provocan cierto nivel de desconfianza, pero
¿no es que yo pienso que son atractivos? No, eso no sería posible. Desde el
primer día que lo conocí me di cuenta de que él y yo nunca podríamos ser
compatibles. ¿Me habré equivocado?
Mis propias preguntas me agobian y noto como él se acerca a mí.
“Hola” digo con un tono bastante frió para la ocasión. “Pensé
que saldrías fuera de la ciudad.”
“Ese era el plan, pero algo lo hizo cambiar.” Contesta con
una sonrisa. No sé porque, pero ese algo
sonó mas como alguien.
“¿Qué fue lo que hizo que tus planes cambiaran?” pregunto,
esperando una respuesta que me involucre.
“Tu…-hizo una pausa y me repaso con la mirada. Al contestarme
eso no puedo evitar sonrojarme, algo que odio, en especial si es por alguien
como él. “Tu… ¿ya probaste el pastel? Oh y respondiendo a tu pregunta, me surgió
un asunto de trabajo. Tampoco es como para que te conviertas en un tomate.” Suelta
una carcajada y yo lo fulmino con la mirada. Por alguna extraña razón, sus
palabras me caen como un balde de agua congelada. Por un momento, en verdad me permití
pensar que se ha quedado por mí.
“Que graciosos” contesto medio furiosa, medio decepcionada.
Pero ¿Por qué decepcionada? El es el último individuo por el cual debo
preocuparme. Es una mezcla de arrogancia con idiotez –y buena forma física…
¿Pero en que estoy pensando?
Decido alejarme de él, dirigiéndome a cualquier otro lugar.
“¡Espera!” me grita con su aterciopelada voz “No te enfades,
solo fue una broma.” Me doy media vuelta y miro. Trae puesta una camisa negra
con unos vaqueros oscuros. Hay algo en esa oscuridad que me atrae, y no
precisamente cálidamente. Un chico como el guarda secretos, y no precisamente
del tipo que quisiera saber.
“De acuerdo, si tanto quieres ganarte mi perdón solo tienes
que hacer una cosa” suelto un suspiro “Mantente fuera de mi alcance el resto de
la velada, ¿Ves? Es algo fácil.” Termino con una sonrisa sarcástica.
“Te equivocas” hace una pausa y después continua “No es para
nada fácil.” Su rostro no parece mentir ni bromear; mi perfecta invitación para dar media vuelta y
largarme.
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